Todas relacionamos el calcio con formar, fortalecer y conservar huesos y dientes.
Pero este mineral es imprescindible para un gran número de procesos internos:
- Ayuda en la coagulación de la sangre
- Disminuye el riesgo de osteoporosis
- Garantiza el funcionamiento del corazón, los nervios y los músculos
- Alivia los calambres de las piernas
- Mejora el síndrome premenstrual
Algunas investigaciones recientes han encontrado, además de éstos,
otros efectos del consumo de alimentos ricos en calcio. Junto con el potasio y el magnesio,
está indicado en personas que padecen hipertensión arterial,
ya que ayuda a equilibrar los niveles de tensión.
Además, se ha observado un mayor sobrepeso en quien toma menos cantidad de calcio,
por lo que, actualmente, se sugiere introducir productos lácteos desnatados
en aquellas que desean controlar tu peso corporal.
También se ha relacionado la ingesta de calcio con una mayor protección
frente a la aparición de ciertos tipos de cánceres, como los de mama o colon.
Si por gusto personal o por intolerancia no tomáis productos lácteos,
podéis encontrar el calcio que necesitáis en los siguientes alimentos:
- Verduras: Espinacas, col rizada, cebolla, cardo o brócoli.
- Legumbres: Judías blancas, garbanzos cocidos, lentejas y soja.
- Pescados: Anchoas, sardinas, lenguado, salmón, mariscos.
En el embarazo y a partir de la menopausia,
se deben incrementar a entre tres y cuatro raciones.
¡Y no os olvidéis de las vitaminas C y D para fijar el calcio!
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